Te mereces el naranja del mundo y yo lo mezclo con azul cielo (que ya sabemos que cielo lo hay en todas partes).
A tí te hablaría poco a poco y con acento, para decirte que te vacunes contra ella. O no, que experiencias así todos las hemos tenido. De mi boca saldrían mil tecnicismos médicos que te desaconsejarían alimentarte a base de dulces, pero que un-día-es-un-día y que a veces la vida no es tan azucarada como desearíamos. O sí, que para amargar ya están las almendras.
Permitiría que hundieses tu mano en mi pelo para morir poco a poco sin ansias de resucitar, pero nadie tiene los brazos tan largos. Y lo cursi me sale sólo, como las caritas odiosas.
Ni siquiera sé si has llegado a sentir mi presencia, tampoco soy consciente de haber sentido la tuya durante diez horas de las veinticuatro que tiene un día.
Aunque a veces creo que respiras a través de la pantalla y que si acerco el dedo índice de tu punto y tu guión puedo notar en mi piel tu pulso bum-bum-bum.
No me canso de repetirlo.
Sé feliz, por lo que más quieras.
...
Mis ojos ven un árbol anónimo en Zaragoza.
Mis oídos escuchan "con la frente marchita", Joaquín Sabina.
2 comentários:
Sra. Nüsh;
Qué cosa más bonita ha escrito Usted.
Qué suerte tiene el/la receptor/a del mensaje.
Lo de la mano y el pelo está como para leerlo cuatrocientas veces.
Porque un-día-es-un-día.
Perfectos Saludos.
tiene suerte el capullo si
aunquw a él le diera por dcepcinarla un pelo
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