quarta-feira, outubro 31, 2007

desparafusador

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Esta tarde la soledad me ha robado cuerpo y alma y casi tenía ganas de gritar. Pero en lugar de eso he salido a pasear por la ciudad.


Me siento en la escalinata que hay en el centro de la plaza del ayuntamiento (mi padre dice que uno sabe que está en total armonía consigo misma cuando es capaz de sentarse en medio de una plaza llena de gente sin sentirse como se supone que se sienten las personas inestables). Y yo estoy feliz, aunque continúo sola.
Degusto dulces de azúcar y piñones cuando una niñita negra de simpáticas trencitas se acerca a mí y me dedica una hermosa sonrisa de dientes de leche. Estiendo la mano para ofrecerle un dulce y ella señala la bolsa de lacasitos que asoma de mi bolso. Minutos después se aleja correteando con el puño repleto de chocolates de colores.
Miro a mi alrededor, de nuevo en soledad. Parejas, parejas y más parejas. Pasa una chica perfecta de interminables y delgadísimas piernas que lleva un espantoso fajín de charol rojo (los fajines deberían ser delito -incluso los de Dolce&Gabanna- porque son horteras y sólo Kate Moss sabe llevarlos). No puedo reprimir una sonrisa, y es entonces cuando reparo en la presencia de dos chicos que se me han acercado.
Uno de ellos luce una dentadura blanquísima digna del cine hollywoodiense de los 50. Habla.
-Disculpa que te moleste. Pero tenía que decirtelo.
Y, acto seguido, sus labios alaban mis preciosos zapatitos blancos como-de-Minnie-Mousse. Le regalo una cara sonriente de mejillas sonrosadas, dándole las gracias de corazón, y el muchacho se da media vuelta, aprieta la mano de su compañero, le besa y se defiende ante la mirada de su chico con un "no he podido reprimirme, ¿tú los has visto? ¡Son preciosos!" que me hace decidir que ya es hora de volver a casa.
Justo cuando se habren las puertas, en el quinto piso, la batería de mi precioso Zen-Stone-Pink anuncia que está agotada y hace pof!. Albert Pla se queda sin voz y mis ventrículos se contraen impulsando 1 decilitro de sangre tibia a todo mi cuerpo.


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Mis ojos ven un fantástico autorretrato de /bieloruso
Mis oídos escuchan "Puta", de Extremoduro.

sábado, outubro 27, 2007

the shining

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Hace ya mucho frío, y aunque aquí no llueve nunca yo ya he estrenado mis botas de agua.

Paseo por el Carrer Major sumergida en un increíble mundo de zapaterías y pastelerías. Bizcochos rellenos de frutos del bosque, chocolate con naranja, tarta de queso y moras, dulce de coco, caramelos verde-menta, panellets de colores.
En el medio de la calle gente, mucha gente, y girafas que bailan al son de la jungla.
Tengo muchas ganas de sonreír, hasta que me duela la mandíbula.

El trabajo se amontona hasta que ya no puedo más, y me prometo que lo haré todo cuanto antes. Pero la ciudad me llama a gritos y mi cerebro casi no puede ignorar su súplica. Quisiera poder abandonar mi cuerpo al libre albedrío del sino, pero no puedo.

Dentro de unos años acabará esto, y podré estresarme cuando acudan a mi consulta disfunciones cardíacas, embarazos extrauterinos y síndromes de Moebius. Las masas acudirán a mí para que solucione enfermedades incurables; y yo, humilde y dicharachera, organizaré preciosas meriendas en pediatría, con magdalenas y nata de colores.
Manteles de hilo bordado y vasos de Winnie de Pooh.


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Mis ojos ven a la divina Bimba Bosé.
Mis oídos escuchan Pepe Botika. Albert Pla y Extremoduro.

quinta-feira, outubro 25, 2007

como galegos


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Os meus ollos ven un xenial anuncio.
Os meus oídos escoitan puras verdades.

sexta-feira, outubro 12, 2007

human embryology

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Y un jersey de lana color hueso.

Recorrimos las calles juntas las tres de nuevo, bajo un sol abrasador que engañaba a la brisa escalofriante. Cuadros grises, diadema negra, cuentas azul-océano.

Atrás quedaban dos meses de olor a vainilla y coco, en una tierra de parla diferentemente igual. Y era como si el tiempo se hubiese paralizado en el momento de la partida, como si todo volviese a comenzar ahora que de nuevo estábamos juntas.

Llegué a casa y olía a ceniza, tal y como la había dejado. Y me abrazaron como si nunca hubiese estado con ellos, como si no fuese a volver a estarlo. Dulce de crema en la alacena. Y suspiré de cansancio y agotamiento, mis nuevos botines de antelina verde-botella latiendo en el seno del equipaje.

Cantamos a Fito durante el trayecto al mundo donde el sol no deja de brillar jamás de los jamases, las tres éramos las de siempre pero sin ser las mismas. Lugo, Santiago, Lleida. La cama hecha y mi fotografía que me mira desde la pared. Vamos a ver qué novedades hay.


"Parece como si nunca te hubieses ido".
Sí, mamá. Y un jersey de lana color hueso.



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Mis ojos ven una imagen que robé al señor D a v i d
Mis oídos escuchan el latido del hogar, otra vez.

quinta-feira, outubro 04, 2007

trojan


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Mis ojos ven al lobo más sexy de la galaxia.
Mis oídos escuchan "Caperucita", de Mürfila

terça-feira, outubro 02, 2007

nadie te amará




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Mis ojos ven arte
Mis oídos se estremecen con Bimba

segunda-feira, outubro 01, 2007

polietileno expandido

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Agotador hasta el éxtasis el weekend y el weekstart. Bailes disfrazados de abeja en la zona V.I.P. de una discoteca en la que entramos gratis gracias a los contactos del mexicano (que a donde no llega manda recado).
Los tacones se quedan en casa porque volveremos tarde, de modo que las bailarinas negras (a juego con los pendientes) se convierten en mis más fieles compañeras. El ron es dulce y el chocolate espeso. Asoma el astro rey cuando pedimos a las sábanas que nos cubran, risas en los labios y ojeras artísticamente disimuladas bajo los brillantes ojos.

Horripilantes lentejuelas azules las del indecente vestido de la go-gó (resultan vulgares sus ropajes e insaciables las miradas del macho ibérico); pero yo divina Maya con flor de fieltro en el pelo y hielo seco abrazándome suavemente al ritmo de canciones insufribles y asquerosamente repetitivas.
La música dance es insoportable incluso para bailar, porque acabas con las neuronas mareadas y los oídos chirriantes.

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Mis ojos ven... Tar-baby; una obra de Graham Fletcher.

Mis oídos escuchan "La belle et le bad boy", de McSolaar.