terça-feira, dezembro 25, 2007

dos soluciones


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Mis ojos ven un precioso videoclip por /lyona
Mis oídos escuchan esta canción.

terça-feira, dezembro 18, 2007

mañana

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El sábado a las 9 de la noche el metro de Londres se llena de mujeres con manolos y Louboutin que se apresuran escaleras arriba con las mejillas empolvadas de melocotón.

Londres es un sitio tan maravilloso que en el momento en el que pude respirar gélidamente en su seno, decidí que viviría en una casita azul de Nothing Hill. A cinco grados bajo cero las orejas se me helaban pero el corazón bombeaba más fuerte que nunca. La ciudad, empapada en ilusión navideña y luces azules escintilantes, rodeaba a las personas mientras crecía, agena a ellas y al mismo tiempo muriéndose por besarlas.


Sólo en Londres puedes encontrar auténticos caballeros ingleses en el metro.de.asientos.acolchados, con maletines Hermès y trajes grises de Armani. En el mercadillo las chicas que visten de Stella McCartney buscan orejeras de leopardo y camisas de felpa de segunda mano. Porque Londres es una ciudad amante de las mezclas, de lo bohemio y de lo chic.



A mi lado se sienta un señor de unos cincuenta años. Habla inglés pero su antepasados eran afro-americanos. Acaricia su saxofón mientras explica a un niño coreano que aprendió a tocar soul en las calles de Manhattan y que por sus venas corre sangre esclava y ganas de huir. El pequeñajo le observa con ojos llorosos y asiente mientras acaricia tímidamente el dorado instrumento. Osbervo como si estuviese en el teatro, silenciosa.


La Navidad me hace temblar en Trafalgar Square, donde un enorme coro de señores con gorros.navideños.horteras cantan villancicos al pie de un enorme abeto luminoso. Todo es tan bonito que no puedo sino suspirar y soñar con una segunda vez, entumecidas las manos por el frío y la ilusión.



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mis ojos ven las estanterías de un 24 horas indio.
Mis oídos escuchan "Eva tomando el sol", Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina (dos pájaros de un tiro)

sábado, dezembro 08, 2007

achttien

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Tras dos décadas menos dos años sobre este mundo, y una lenta agonía sobre el sofá azul cielo; siento que por fin todo puede parecer hermoso aunque sea terriblemente desolador y exasperante.

Porque ha llegado ese momento, queridísimos amigos, en que sales a la calle cuando hace demasiado frío y piensas que en una semana estarás en un lugar nuevo; aunque tu cuerpo no se mueva ni un milímetro de su posición original. Los pulmones se hinchan con cada bocanda de aire, elevándose, fluyendo el aire congelado a través de los bronquios; mientras das mil vueltas a la bufanda azul sobre tu cuello.
Ves unos preciosos zapatos de raso negro y sientes que mueres de síndrome de Stendhal.









Llegó agotada a aquella casa con la que había soñado toda su vida. Recuerdos de viaje que le recordaban que el mundo era un lugar hermoso pese a todo, preciosas instantáneas en blanco y negro de todo aquello que le había hecho sonreír alguna vez. Abandonó sus botines inmediatamente después de cruzar la azulada puerta de entrada. Olía a hogar y a azúcar con canela. Caminó despacio sobre la alfombra color berenjena; acariciándola. Cantaba Ray Charles mientras se desprendía poco a poco de la ropa. Atravesó la estancia entusiasmada, como volando; y finalmente se metió en la ducha.
Cuando salió todo parecía distinto, tal vez a causa del vapor de agua. Acarició uno a uno todos sus vestidos; decidiéndose finalmente por aquel Valentino verde (¡verde! todo el mundo hubiese esperado que fuese rojo). Abrigo de fieltro, pesado, inerte. Suave espectro de kohl en los ojos e infinitas mejillas rosadas. Recuperó los botines que había olvidado en su entrada y los sometió de nuevo a un duro trayecto.
Salió de casa sola, tal como había entrado. A ninguna parte, quizás a todas.

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Mis ojos ven un grabado de Egon Schiele
Mis oídos escuchan

sábado, dezembro 01, 2007

ñam!

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Extasiada me hayo tras casi siete horas de belleza inagotable. Y me he enamorado, de un hombre anciano de mente brillante y manos angulosas. Su cerebro maquiavélico y apasionado; sus ojos azules como el océano permiten perderse en una profundidad aterradora. Horribles actos de exasperante belleza. Porque él ama lo elegante por encima de todo.
Y he volado. Soñando con un mundo en Florencia de diamantes y colibrí. Con tumbarme bajo las estrellas con una copa de champagne en las manos; de silueta barroca y bordes dorados. Con escuchar ópera en directo a las tres de la madrugada, para posteriormente disfrutar de una tartaleta de queso fresco y grosellas. Con el lujo y la sabiduría, la armonía de las formas y la respiración.
El doctor Hannibal Lecter me ha encandilado como sólo una mariposa puede hacer con la flor. Posando sus bellísimas y tranquilas alas sobre los pétalos todavía tiernos. Acariciándola hasta lastimarla. Mostrándole un mundo que había tardado mucho (demasiado) en descubrir.
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Mis ojos ven al maestro Hopkins
Mis oídos hoy no escuchan.