quarta-feira, janeiro 16, 2008

mimo

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Los folios me gritan, los bolígrafos se destintan, el teléfono suena y las fórmulas físicas corren a esconderse ante los suaves suspiros de mi alma.
El tiempo pasa despacio, o demasiado rápido (según se mire) y yo ni quiero ni puedo.

Me escondo bajo las sábanas y pido que el reloj cese en su tic-tac y me deje de una vez en paz, que sea ya tiempo de disfraces y dulces de anís con azúcar.

Veinte diapositivas en treinta minutos: músculos, nervios, arterias. Bom-bom no llega la sangre a mis venas. Me pincho y no sangro. Actualmente no soy nada. O puede que lo sea todo. Porque estoy viviendo intensamente el cero-ocho, tal y como quería, por primera vez.

Ni siquiera tengo ganas de vestirme, nadando en un remanso de paz y tranquilidad que se entremezcla con una pizquita de estrés y taurina. Jalea real, pasta, zapatos de tacón (cómo no).

A ver si acabo de una vez, que ya no se ni lo que digo.


...
Mis ojos ven rayas.
Mis oídos escuchan "La flor más puta"