domingo, novembro 12, 2006

chinatown

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Cuando la vida te da reveses, como la despedida de Mr. Ingle de la blogsfera, lo único que puedes hacer es intentar consolarte con esas pequeñas minucias que la vida y la mezcla de culturas te regalan.

A mi pueblo llegaron hace un par de años dos familias de chinos (aunque realmente son coreanos -y uno de ellos muy guapo-). Vinieron en dos riadas y lo que comenzó siendo un pequeño bazar oriental acabó con todo un imperio que cuenta con tres tiendas en las que cabrían tres o cuatro pisos de esos de la ministra. El pequeño mercado "autóctono" les ve con muy malos ojos, todos esos objetos llamativos y baratísimos, y se dedican a criticar sus servicios sin hacer nada por competir (a lo mejor es porque piensan que diciéndole a la gente cosas como "si te pintas las uñas con esmalte de los chinos se te caerán los dedos" van a hundirles el negocio)

Pero yo me he de confesar totalmente adicta a estos "bazares orientales", considerándolos un increíble remedio contra la depresión y el aburrimiento. Recorro sus coloridos pasillos, estanterías repletas de los más impactantes objetos, cestas hasta los topes de maravillas indescifrables, melocotoneros de plástico. Cuando quiero encontrar una regla rosa fosforito para física, o unos cascos verde pistacho para el iPod, o cientos de diademas y chapas con los motivos más psicodélicos acudo a ellos, porque sé que jamás me van a fallar.

Siempre salgo de allí con una sonrisa de-oreja-a-oreja, aunque no haya comprado nada, porque me siento como Alicia recién llegada del país de las Maravillas (y es que creo que Lewis Carroll era una especie de predecesor de la actualidad -tipo Julio Verne- y pensó en estas tiendas cuando imaginó aquel colorido paraíso en el que las flores cantaban y las baraja de póker pintaba las rosas blancas de rojo).

Todo aquello con lo que usted ha soñado, sus más íntimas fantasías, al alcance de su mano.

PD: He decidido que no quiero morir sin visitar Tokyo. Quiero ver lo que Kirai me muestra en su blog y salir de cada tienda -paraíso pop, según dicen- con los ojos empapados en felices lágrimas y una sonrisa-de-sandía en la cara.

...

Mis ojos ven las maravillas del mundo oriental en occidente.

Mis oídos escuchan a la voz de la conciencia, que me dice que debería estar estudiando historia.

5 comentários:

nüSh... disse...

por cierto, tengo esmaltes de uñas comprados allí de todos los colores (rojo, negro, verde, azul eléctrico, rosa, de purpurina...) y os aseguro que sigo tecleando perfectamente

Anónimo disse...

Mis compañeras de piso y yo amueblamos nuestra vivienda allí, y solemos ir a colocarnos oliendo esencias...

ESTUDIAAAAA!!!!!!

(tu hermana)

Anónimo disse...

No es preciso que tomes veneno de mis labios. Por este nombre me conocerás, y siempre estaré contigo (y te reconoceré, aunque se te ponga la cara de sandía).

Jaja.
Un abrazo.

nüSh... disse...

oh, dulce destino! al fin he escuchado las palabras deseadas de la boca de ese príncipe azul que llevo esperando desde que tengo uso de razón! (y no ha hecho falta besar ningún sapo)
...
Por cierto... la sonrisa-de-sandía en mí es permanente... será mejor que te acostumbres :D

Besos de sandía... sin pepitas

Morgana disse...

El color siempre es alegría...

Besos