qué caerá?

A Ana no le gustan los exámenes, como a la mayoría de los alumnos, porque implican pasarse estudiando las horas previas (más o menos tiempo en función de la importancia y dificultad de la asignatura) y porque no le permiten gozar de su tan amado tiempo libre o tiempo-de-vaguear. Además Ana no soporta a los adolescentes, aunque por definición sea uno de ellos. Y antes de un examen es cuando el gran adolescente de todo alumno sale a flote. Incluso los que generalmente son serios se ponen nerviosísimos ante la perspectiva de una hoja llena de preguntas dispuestas a ser contestadas. Y empiezan a reír (o llorar), y pegan saltitos, y comienzan a preguntar qué caerá. Como si acaso alguna vez no lloviese agua. Ana no se pone nerviosa antes de los exámenes, aunque si alguien repasa en voz alta a su lado a ella se le queda la mente en blanco. Y eso a Ana no le gusta ni un pelo-de-rana.
Es una chica de esas que acaban rápido, porque cuando le dan las preguntas no duda ni un momento. Pone lo que sabe y se deja de tonterías. No le da más vueltas y entrega.
Y entonces es cuando todos esos adolescentes hacen eso que tan de-malas-pulgas pone a Ana. Comienzan a preguntar las soluciones y calculan de manera compartida (y, por supuesto, en voz alta) sus notas. Y eso, a esa adolescente-por-definición de la que os hablo, le produce picores en todo el cuerpo y violentos ataques de ira.
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Mis ojos ven a un chico examinado por Madonna en su libro "Sex"
Mis oídos escuchan "Superman", de Lazlo Bane