Como esta semana está siendo muy dura durísima (entre examen y examen casi no me da tiempo ni a tomarme un café) y mis andares se asimilaban más a los de un zombi que a los de una señorita de mi condición, mi madre decidió ayer que un poquitín de jalea me iría genial.
Y hoy mañana me la tomé. Con dos sorbitos me bebí el minúsculo bote con etiqueta de "sabor a frutos del bosque". Más correcto sería "sabor a rayos".
"El principal suministro de ATP del organismo".
Pues bien. Poco después de que mi amadísimo estómago recibiese en su esponjoso seno el elíxir apícola mi máquina del amor, léase corazón, comenzó a latir con más fuerza de la normal.
No se crean que era una taquicardia, no. Era mi delicado cuerpo, que acostumbrado como está a la tranquilidad y el relax no podía soportar la sobredosis de energía que por orden de mi madre se le había brindado.
Así que le he estado dando vueltas y vueltas a esta cabecita loca que yo tengo y he llegado a la conclusión de que esto de la jalea, el polen y demás mejunjes de herbolario son tan geniales como peligrosos. Que el botecito era apestoso pero el cuerpo me pide más, puede que por una dependencia prematura al zsum-zsum de las abejas o simplemente por motivos psicológicos.
Me he prometido a mí misma que no lo usaré si no lo necesito y que, por lo tanto, mañana bajará por mi esófago el último botecito. Tan pronto como este último examen, el de literatura, llegue.
Ahora, de momento, voy a visitar a Valle Inclán, que es muy gallego, muy feo, muy barbudo y muy importante.
...
Mis ojos ven una serie de fotografías de Isabel Muñoz.
Mis oídos escuchan a mis sienes palpitar.
5 comentários:
Yo también recurro a productos de herbolario, sobre todo para desconectar y relajarme "quando arrivo a casa".
Se mezcla con un poquito de tabaco... se lía con papel de fumal... y ya sabes! Let it flow!
;)
Salud/OS!
Jah, tú no necesitabas jalea: necesitabas JALEO.
Comparto tu opinión, los productos de herbolario son venenos camuflados.
Los pocos que he probado me han sentado como el culo.
Unas bolitas de col, que mi hermana decía buenas para la digestión, bah, al revés del pepino, a mí me daban revoltura, antes que bienestar.
Y luego, una vez que tenía la tensión alta, me recomendaron COMPOSOR, lo compré, lo tomé, y esa noche mi corazón latía tan raro que parecía me iba a dar un infarto, no me podía dormir, me daba pánico, el bum bum tan raro, me ahogaba. Jamás volveré a tomar nada de esos venenos.
En cuanto a energías para estudiar, un Parmathon complex de toda la vida y hala, a lidiar con Valle Inclán.
No conocía yo esa faceta del Pharmatón.
Y no crea que la sugerencia cae en saco roto...
No.
¿Y remedios de esa calaña para dormir no existen?
Sra. Nüsh;
A mí el Pharmaton no me gustaba porque las cápsulas me recuerdan a cucarachas sin patas. Además tenía unos efectos secundarios sobre mi estómago que no eran nada beneficiosos... sobre todo para los que estuvieran a mi alrededor.
Ese Pharmaton lo tomé en la época de la mili, y al final recuperé energías, ¿sabe cómo?, dibujando penes alados y colgándolos en el altillo de la oficina a la que estábamos destinados. Eso me daba energía. Venían soldaditos de toda Capitanía a ver los dibujos. Hasta que el Capitán se enteró y me echó una bronca del carajo.
A Usted le sobran energías, Señora: por algo es la Abeja Reina.
Perfectos Saludos.
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