quarta-feira, novembro 21, 2007

scrub

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Ada lloraba cada vez que se rompía un vaso. No podía evitarlo. Observaba impotente cómo el vidrio escapaba de sus caricias, sibilante, embarcado hacia un destino frío y fragmentado. Entonces aparecía aquella superficie lisa, que recibía al recipiente con sus duros brazos abiertos, queriéndolo tan fuerte que todo estallaba en una explosión de mortal amor insatisfecho. Y los ojos de Ada comenzaban a entristecerse mientras contemplaban los añicos de aquella relación fallida. Sus mejillas se sonrosaban para acoger cálidamente a las lágrimas que emigraban a la comisura de sus labios. El cristal, todavía vibrante, esperaba ser visto por última vez como un héroe; mientras Ada lloraba en silencio, con el rostro tranquilo y el corazón encharcado.
Entonces comenzaba el ritual funerario. La joven se agachaba despacio, como inclinándose ante un dios, sin dejar de manar agua de sus ojos. Mimaba cada fragmento meciéndolo entre sus dedos antes de depositarlo en el olvido. Cuando terminaba, abría el grifo con la intención de que el agua tibia eliminase todo resto de culpa de entre sus dedos; retirándose a su cuarto para escuchar a Ponchielli en un último intento de vida y felicidad.


Ayer, cuando aquel vaso hizo crash, no pude evitar acordarme de Ada; y mi corazón la sintió tan cerca que logré sentir sus sollozos en la distancia, mientras La danza de las horas resonaba en la habitación.

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Mis ojos ven una fantástica fotografía de
/chipinjuliette

Mis oídos escuchan "Orange sky", de Alexi Murdoch.

domingo, novembro 18, 2007

collective schizophrenia

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Tengo un vestido nuevo. Negro, de lana gordita y mangas-globo. Pica horrores, pero su belleza me hace olvidarlo todo y camino tan divina que ni-siento-ni-padezco. Orejeras de peluche rosa y merceditas de terciopelo berenjena.




El otro día nos volvimos locas y reservamos vuelo a Londres. Compraremos allí los regalos de navidad, en el mercado de Camden (donde se encuentran cosas maravillosas de alto valor sentimental por precios irrisorios). Saborearemos bizcochos con nata bajo el Big Ben, y a las cinco será la hora de tomar el té. Aunque sea ya diciembre y no pare de llover.



Dicen que la niebla londinense es tan espesa que si estiras la mano dejas de ver el rojo esmalte de tus uñas. Y yo digo que para que eso no pase tienes que ponerte unos guantes de color verde pistacho muy chillón; tanto que la luz se refleje en ellos como en un espejo y acabes siendo utilizada como nueva fuente de iluminación de todo el Reino Unido.





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Mis ojos ven a la diosa Moss
Mis oídos escuchan Jesucristo García

terça-feira, novembro 13, 2007

flúor

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Raro.
Es demasiado raro sentirse en casa estando tan lejos del hogar.


Te tumbas sobre ese colchón que no es el tuyo, la habitación huele a coco. Hablas con aquella que fue embrión en el mismo sitio que tú y parece mentira que estéis a infinitos kilómetros y un avión con transbordo en Bucarest. Entonces recuerdas que mamá, cuando os peleábais, decía que algún día os daríais cuenta de que compartíais la misma respiración y jamás podrían separaros...


Los días se hacen más difíciles porque el sol se va y la soledad acecha, las noches se hacen cada vez más largas y la mente vuela a mil pies de altura.


Pero entre el serrato mayor, el redondo menor y el supinador largo te das cuenta de que es lo que siempre has soñado, aún sin saberlo. Que luchas por aquello que nunca pensaste lograr, que has heredado de tu padre la necesidad de sentir pasión por aquello que haces, que la racionalidad es tu droga y tus impulsos nerviosos bailan al son de la ciencia.


"Nadie dijo que esto fuera fácil", te repites a tí mismo. Y te da pereza dedicar tu tiempo a la biofísica, pero entonces chocas contra el techo y recuerdas que en un mes volverás a casa.


Os sentaréis a la mesa, juntos de nuevo, y brindaréis por la distancia; llorosos los ojos de añorar vuestra presencia.



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Mis ojos ven "Adán y Eva", una obra de Tiziano
Mis oídos escuchan "Fuego", Intoxicados. Para que vuestros oídos también la escuchen... click aquí.

quarta-feira, novembro 07, 2007

retrúecanos

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Psiche, la menor de las tres hijas de un rey, es contemplada por Eros mientras su cuerpo respiraba desnudo bajo las dulces aguas de un río. Una de las flechas roza al dios condenándole a un amor perpetuo y prácticamente irrealizable. Pero en sueños seduce Eros a Psiche, amándose los amantes bajo la protectora oscuridad. La moza, consciente de que su amado se encuentra durmiendo a su vera, contempla el rostro del amor. Pero por accidente el aceite de la lámpara cae sobre Eros despertándole, llevando a ambos a una desgracia infinita.

Así Psiche vaga, y vagando ha llegado hasta mí para tocarme con sus dedos todaví enamorados. Pensar le hacen mis letras, olvidar por un momento al Eros que la hizo suspirar.




He de nominar a los cinco blogs que me hagan pensar. Y yo pienso.

Faalinda. La eterna dulzura de sus palabras se han inundado de maternalidad y todavía sigue provocando en mí reacciones de controversia y eterna reflexión.

Loredhi. Poesía líquida inunda cada una de sus frases. Perfecto.

Mantel e Ingle me hacen reírme del futuro, del presente y del pasado. Incongruencias de la vida que llegan a conclusiones realmente sorprendentes. Dos mentes pensantes que el mundo no debería perderse.

George lucha por aquello que desea, que ama, que pretende. Y la batalla, si la mezclas con una pizca de ironía, puede resultar asombrosamente maravillosa.


(Sobra decir que ahora los respectivos dueños de estos blogs han de elaborar su propia lista de lo que se hace llamar "Thinking blogger award", los cinco blogs que te hacen pensar. Háganlo, aunque no se lo haya pedido una belleza mitológica, sino una simple estrella anunciadora)

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Mis ojos me ven a mí, en blanco y negro.
Mis oídos escuchan a mi compañera de piso hablar con su madre